A veces pienso que lo que le digo a Dios es demasiado trivial, demasiado impaciente, demasiado tonto, demasiado … demasiado_________ .
Pero estoy muy equivocada.
Él nos quiere escuchar.
Adicionales pensamientos: En caso de que no lo hayan notado , no sólo trato de conocer a Dios intelectualmente , trato de experimentar a Dios en el día a día (aunque a menudo no puedo ver más allá de mí a Él ) .
Me consuela saber que fuimos creados por un autor creativo que nos inspira a apreciar y aprender de lo que vemos, lo que probamos, lo que escuchamos y lo que sentimos.
Y luego está esa revelación asombrosa : ¡Él nos creó a su imagen ! ¿No te parece lógico, entonces ? ¿No te parece natural que las cosas que experimentamos y sentimos nos enseñan acerca de Cristo mismo cuando permitimos que habite en nosotros y viva entre nosotros ?
Por lo tanto, tal vez estoy viendo a Dios desde un punto de vista sentimental y demasiado simplista, pero creo que Dios quiso que nosotros lo entendiéramos mejor a través de nuestras propias experiencias humanas . Después de todo , Dios mismo vino a vivir entre nosotros en la carne de Jesucristo para ser nuestro perfecto ejemplo de cómo vivir nuestras vidas.
Digo todo esto para decir …
Sé que Dios nos quiere escuchar porque su palabra dice:
“No se inquieten por nada , pero en cada situación con oración y ruego, con acción de gracias, presenten vuestras peticiones delante de Dios. ” Filipenses 4:06 ( NVI )
Y yo sé que le encanta escucharnos debido a esto:
Mis hijos ya están básicamente creados, un hecho que me asombra, y que al parecer tuvo poco que ver con mi astucia.
Pero todavía me encanta escucharlos.
Al igual que sus primeras palabritas, me maravilla lo que han aprendido y lo que pueden expresar.
Incluso, aunque me digan algo lastimoso, estoy aprendiendo a escuchar más allá de sus palabras– a escuchar su corazón y aprender lo que necesitan.
Tal vez para un extraño sus expresiones son comunes, pero , como una cuerda que nunca se ha roto y que los ata a mí, lo qué me dicen resuena tan profundamente.
Estamos atados de por vida, y nuestras interacciones jalan esa cuerdo del corazón de nuevo en afirmación de nuestro enlace eterno.
Pero , a diferencia de mí , Dios nunca está demasiado ocupado ,ni demasiado herido, ni demasiado distraído por preocupaciones más elevadas que escuchar a sus hijos.
Servimos a un Dios vivo que anhela la conversación, no sólo para que pueda tener la oportunidad de intervenir en nuestras vidas, sino porque desea esa conexión con nosotros.
En esta conversación con mi hija de 16 años, hablábamos de la derrota de una chica de su edad que sigue arrojándose a cualquier persona quien le ponga la atención:
Yo: ¿Qué crees que cause que una muchacha se eche a los brazos de cualquier muchacho, aunque sepa que el chico no va ser buena pareja?
Elise : ¡Problemas de papi ! ( Se ríe , apunta hacia al cielo, y dice de nuevo ..) ¡Y problemas de Papi! Quizas no tenga una autoimagen saludable como para saber que ella se merece algo mejor . Ella no sabe que ya es amada más de lo que ese muchacho pueda amarla.
Yo: Sí , parece que creamos nuestra propia imagen de acuerdo con lo que creemos que los demás piensan de nosotros. Aunque sea sólo una percepción , se nos hace realidad.
Elise : Ok , no tengo problemas , mamá , y tengo una autoestima muy saludable (una risita criticona, completa con hoyitos, se le burbujea) , pero todavía quiero a alguien en mi vida, supongo que un novio –alguien que me diga lo que ya sé sobre mí: que yo soy buena e inteligente y bonita. Me siento sola .
Yo: Entiendo . Todos queremos a alguien que podamos tocar y ver y oír. Es cuando tenemos la soledad confundida con las necesidades del alma que nos equivocamos .
Elise : Sí, eso lo sé, pero todavía me siento sola y me estoy poniendo impaciente.
Yo: Bueno, pero no demasiado impaciente ¿verdad?
Elise : No te preocupes, yo no quiero un perdedor. Soy impaciente, pero por el muchacho perfecto para mí.
Me encanta que ella pueda expresarse tan bien .. pero aunque ella no pudiese, yo todavía sabría exactamente lo que querría decir.
Esto es lo que he aprendido acerca de Dios por ser mamá : Cuando hablas con Dios , ya sabe cómo te sientes, pero aún anhela escuchar tu corazón.
Así que háblale. Él está escuchando.